martes, 24 de septiembre de 2013

Impresiones tras mi viaje a Israel

Hace poco he tenido que ir a Israel por trabajo, y he podido fundar con razones la mala opinión que ya tenía de los israelíes. Llegué justo el día que Rusia y EEUU anunciaron el acuerdo para que Assad entregue las armas químicas, así que el tema político surgió durante la comida con mis clientes; y lo sacaron ellos, que conste. Varias cosas me llamaron la atención y me hicieron morderme la lengua durante la conversación (con un cliente no se discute, y menos sobre estos temas):

-El israelí de a pie realmente se siente amenazado todo el tiempo. Una de las personas con las que hablé vive en una zona en la que, según ella, reciben cohetes desde Gaza cada dos semanas. La cara de asco con la que habló de los palestinos lo decía todo. Seguramente esta persona quedó muy satisfecha cuando el ejército israelí hace un par de años asaltó unos barcos de organizaciones internacionales que pretendían llevar ayuda humanitaria (comida, medicinas y tal) hasta la franja de Gaza, rompiendo el bloqueo al que Israel tenía sometidos (no se si sigue) al millón y medio de personas que viven en apiñadas en ese minúsculo terreno. 

-Están muy orgullosos de su ejército, del que forman parte, porque en Israel el servicio militar es obligatorio para hombres (3 años) y mujeres (21 meses); y sobre todo de su nuevo sistema de protección anti-misiles, que detecta el lanzamiento de misiles desde Líbano, Cisjordania o Gaza y los intercepta antes de que lleguen a su objetivo. Tecnología bélica puntera, vamos. 

-A pesar de ese orgullo, se quejan de cuánto dinero les cuesta mantener esa seguridad que tanto necesitan. Miles de euros cada cohetito defensivo de esos, por ejemplo. Una de mis clientes se quejaba amargamente de esto, diciendo que le retenían casi la mitad de su sueldo bruto en impuestos que iban en su mayor parte destinados a pagar gastos militares, y que si no estuvieran continuamente en el punto de mira, no tendría que pagar tanto. Con esto lo que vino a decir es que la culpa de ella pague impuestos altos la tienen también los palestinos a los que su país no para de expropiar territorio año tras año. Ante esa afirmación no pude resistirme, y le repliqué que yo en Alemania también pago alrededor del  45% de mi sueldo bruto en impuestos y no tenemos a esos peligrosos musulmanes en la frontera, ante lo cual respondió algo confuso y cambió de tema.

-Ante mi comentario, intentando escapar un poco, de que la situación es compleja, y de que quizá hay facciones tanto judías como musulmanas, a las que no les interesa llegar a una solución pacífica, obtuve un contundente “ellos seguro que quieren seguir peleando, pero aquí todo el mundo solo quiere la paz”. A duras penas pude callar mientras asentía con la cabeza, aunque probablemente enarqué las cejas pensando en esos ataques “selectivos” israelíes para cargarse a supuestos terroristas durante los períodos de paz, y en cómo cada vez que en Israel hay elecciones casualmente se produce un “recrudecimiento del conflicto”.

-Mis dos clientes estaban indignadísimas con la actitud reticente a intervenir en la guerra civil siria de la comunidad internacional. Querían que EEUU atacara, a toda costa y contra cualquier bando: les daba igual que fuera contra los insurgentes radicales islámicos o para derrocar a Assad, lo importante era que allí no quedaran armas químicas que pudieran ser usadas contra Israel cuando acabe la guerra. Llegaron a afirmar que toda arma que quedara en Siria sería usada contra ellos más adelante, lo cual me sorprendió bastante. Les parecía indignante que ningún país europeo (salvo Francia) se mostrara con ganas de intervenir en el conflicto (cara de asco otra vez al referirse a los “pacifistas europeos”). Afortunadamente, después del silencio incómodo que siguió a eso, me di cuenta de que ya era hora de volver al trabajo y pude dar por terminada la conversación.

Todo esto solo vino a confirmar mi idea de que Israel intenta dar una imagen de víctima cuando ellos tampoco paran de putear a los palestinos con los que dicen querer llevarse bien, y de que parecen obviar algo evidente: que si todos los países de alrededor te tienen hincha es con motivos, carajo.

Evolución del territorio palestino desde la fundación del estado de Israel. Fuente: www.principiamarsupia.com

 Un país que se fundó de la forma que se fundó, con el historial de guerras con todos sus vecinos que tiene detrás, que no para de comerle terreno al pueblo que desplazó para invadir sus tierras, pasándose por el forro todos los tratados y convenios habidos y por haber, que ha usado armas químicas (esa línea roja que no se debe cruzar por la que iban a invadir Siria) contra los palestinos con total impunidad… ¿y te extrañas de que los países de tu alrededor quieran borrarte del mapa? Si no lo han hecho ya es porque no han podido o porque no los han dejado. Porque, no sé si por la cosa del “pobrecitos, después del holocausto les debemos algo” o no, la comunidad internacional (ONU) siempre ha mirado para otro lado, cuando no ha colaborado activamente, ante todos los atropellos cometidos por Israel (lo de cómo se hicieron con la bomba nuclear saltándose el tratado de no proliferación y engañando a los observadores es alucinante, y está muy bien explicado en este libro). Aparte del hecho de que tiene al primo de Zumosol, EEUU, siempre dispuesto a defender a ese primillo debilucho que es Israel: es un tocapelotas y siempre anda metiéndose en líos, pero lo necesitas porque tiene mucha pasta y contactos, y además te sirve para tener entretenidos a los chungos del barrio.

En fin, no me quiero extender más porque el tema es complejo y daría para hablar mucho. Y tampoco es plan de ponerme yo aquí a solucionar los problemas de Oriente Medio, que el embolao que tienen ahí montado entre unos y otros es épico. Pero que manda cojones tener que escuchar ciertas cosas.


Para que conste: no soy antisemita como los nazis, ni odio a los judíos ni nada parecido; pero sí estoy en contra del movimiento sionista y creo que la fundación del estado de Israel fue un gran error de terribles consecuencias políticas, humanitarias e históricas. 

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