martes, 16 de julio de 2013

Todo cambia para que todo siga igual

Hoy charlando con un amigo, me ha hecho en plan jocoso la pregunta “¿...y qué, dimite Rajoy o no dimite?” , cuya respuesta inmediata ha sido “qué va a dimitir ni dimitir, ni él ni nadie...” . Esta simple conversación me ha provocado un aluvión de ideas y un subidón de bilis que tengo que soltar.

Y es que llevamos unos días (o unos meses, ya no tengo claro cuándo empezó todo esto) en que abrir el periódico y leer las noticias provoca una mezcla de ira, impotencia y tristeza que a nada que te descuides te arruina el día por completo. No sólo por ver toda la mierda que había debajo de la manta de la que ha tirado el cabronazo del Bárcenas (iba a llamarlo señor, pero no lo merece), eso ya nos lo olíamos desde hace tiempo. No sólo por ver con qué desfachatez siguen mintiendo, tratando de explicar lo inexplicable, sin dimisiones, con ruedas de prensa con sólo dos preguntas, manipuladas y leyendo la respuesta... casi hay que dar gracias que esta vez haya salido en persona en lugar de en una tele de plasma. No sólo por ver a una (teórica) oposición que hace dos días estaba haciendo pactos de colegas con este gobierno que ya se sabía corrupto y que ha tardado unos días de escándalo más en pedir explicaciones. No sólo por saber que ésto sólo ha salido a la luz porque el ala más radical del partido, liderada por Espe que ahora quiere aparecer como la única que está limpia (¿alguien se acuerda del Tamayazo o de los indicios de financiación ilegal del PP madrileño?), se ha decidido a asaltar el poder usando al imbécil de Pedro J., su periódico y sus ansias de poder decir que él tumbó un gobierno; todo por supuesto sin escisiones en el partido, todo con indirectas, con puñaladas por la espalda, pero sin hablar abiertamente contra el líder... ya se sabe, prietas las filas...

No, después de todo eso, lo que más me mosquea es cuando ves los comentarios de esas noticias en las webs, o en twitter, de gente de la calle que todavía sigue defendiéndolos, convencidos de que todo es mentira y de que son los únicos que nos pueden sacar de la crisis. Alucino, de verdad. En la última encuesta de intención de voto el PP seguía sacando unos 8 millones y pico, y el PSOE creo recordar que unos 5. Esa gente ¿que tiene en la cabeza?, ¿de verdad hay tanta gente que no razona? Les hablas de los recortes, todo culpa de ZP, les hablas de lo de Bárcenas, y responden que qué hay de los EREs. No hay nada que hacer.

Una excompañera de Córdoba, más o menos a mitad de su tesis, ya se está viendo en la tesitura de tomar una decisión: ir buscando dónde emigrar o quedarse y luchar para cambiar las cosas, aunque sea montando una granja de pollos. Me decía el otro día que cada vez hay más cosas que la empujan a irse fuera, y que cuanto más la empujan más coraje le da y más motivos para quedarse y formas de hacerlo busca. Decía también que si nos vamos todos, cómo cojones van a cambiar las cosas alguna vez, y lleva su parte de razón, pero ante eso yo me pregunto dos cosas:

1- ¿Realmente tenemos poder para cambiar algo? Yo puedo indignarme mucho, y firmar una petición para nosequé (motivos no faltan), o incluso salir a la calle a una manifestación, o hacer una sentada en el congreso, o en Génova 13 o donde sea, pero luego el gobierno se pasa las firmas por el forro, disuelve la manifestación y la sentada a hostias, y sigue haciendo lo que le sale de los huevos todavía apoyado por millones de tontos útiles, una parte significativa de los cuales a su vez se indignará con los que protestamos, diciendo que somos peligrosos comunistas antisistema y que deberíamos irnos a Cuba.


2- Al hilo de la primera y no menos importante: ¿merece la pena luchar por esa gente? Estoy cansado de ver a gente que no quiere quitarse la venda de los ojos, gente que no se informa, no lee, gente para los que el peligroso eres tú, que te crees que lo sabes todo. Son tantos los cambios que hay que hacer que es imposible hacerlos en lo que dura una vida, sobre todo sin que haya un cambio en la actitud de esa gente y al menos quieran quitarse la venda. Y ese cambio de actitud tendría que venir gracias a la educación, esa misma educación que vienen vapuleando desde hace 20 años, así que no soy muy optimista respecto a eso.

No se puede pretender que esos chavales que salen del instituto con las peores notas de Europa en los test de comprensión lectora, esos padres que sólo leen el Marca y esas madres adictas al Sálvame, se pongan de repente a estudiar historia. Y sin saber un poquito de historia es difícil poner las cosas en perspectiva y darse cuenta de que toda la mierda que nos estamos comiendo ahora no es culpa de Rajoy, ni de ZP ni del bigotitos, sino que es producto de una serie de circunstancias socio-políticas; unas locales: un retraso socio-cultural fraguado desde hace siglos, y otras internacionales que están bastante fuera de nuestro control.

Las circunstancias internacionales tienen un nombre: globalización. Los mercados ahora son globales, puedes comprar cosas hechas en China por una décima parte de lo que cuesta hacerlas aquí. Las empresas “deslocalizan” su producción y se la llevan a países donde los trabajadores cobran una miseria. Y todo esto, lógicamente, hace peligrar el “estado de bienestar”, o sea, el tener un sueldo digno, una seguridad social y una jubilación, en todo el mundo occidental.

Con respecto al retraso socio-cultural, sólo un par de apuntes históricos rápidos. Mientras en Europa florecía el humanismo y el arte durante el Renacimiento, aquí nos fuimos a América a “cristianizar” indígenas a la fuerza (la cruz o la hoguera) y a robarles su oro. Luego conquistamos medio mundo, y nos dedicamos durante un par de siglos a gastarnos todo ese oro combatiendo a los enemigos de la religión católica, principalmente luteranos, calvinistas y anglicanos, en lugar de dejarlos vivir y emplear la pasta en desarrollar avances tecnológicos que permitieran conservar la supremacía económica. Pero claro, siempre había un cura soplando en la oreja del rey de turno. Más tarde, mientras en Europa aparecía el movimiento de la Ilustración y el pensamiento científico daba sus primeros pasos, aquí nos dedicamos a matarnos unos a otros, con lo cual la Ilustración llegó tarde y mal. Luego nos invadió Napoleón, y en la guerra de independencia se mató o se desterró a casi toda la élite intelectual, por afrancesados aunque no lo fueran, y a los que quedaron se los cargó al poco de volver Fernando VII, rey que había abdicado en Napoleón y al que el pueblo volvió a coronar al grito de “vivan las caenas”.

No haría falta decir más, porque esa frase resume todo y porque ya se ve que la cosa viene de lejos, pero ya acabo el repaso. Después de esto, mientras en Europa se daba la revolución industrial, aquí nos volvíamos a desangrar en guerras internas como las carlistas, pronunciamientos militares, y tensiones políticas internas varias. Todo ello hizo que perdiéramos el tren de la industrialización, que sólo llegó moderadamente a Cataluña y el País Vasco, y quedamos convertidos básicamente en un país tercermundista con una élite social (nobles, militares y demás gente con posibles) que pensaba que seguía teniendo un imperio, y que se dio una hostia tremenda con la realidad cuando se perdió Cuba y se llevó la puntilla con el desastre de la guerra de Marruecos. Y luego, entre otras cosas y por resumir, la Guerra Civil, en la que la élite intelectual volvió a ser asesinada o desterrada, y los 40 años de nacional-catolicismo y dictadura: mientras Rusia y EEUU ponían satélites en órbita y conquistaban el espacio, Franco hacía pantanos y los españoles emigraban con una boina, un cinturón de cuerda y una maleta de cartón a trabajar de mano de obra barata en la reconstrucción de Alemania, para convertirla en la potencia que es ahora. Luego vino la transición, en la que la élite franquista se integró a regañadientes en una democracia que se aseguraron de controlar, como efectivamente estamos comprobando ahora. Tuvieron su periodo de adaptación y sus deslices, por ejemplo en los 80 cuando se universalizó la educación y se permitió que hijos de obreros parias como yo tuvieran acceso a la universidad. Pero claro, ya se aseguraron después de no crear puestos de trabajo que requieran estudios, con lo cual nos vemos forzados a marchar al extranjero -por mucho que diga González Pons- a producir riqueza y pagar impuestos. Todo el dinero gastado en nuestra educación ¿para qué? Solución que han encontrado: menos educación para todos y universidad sólo accesible para los ricos, en vez de buscar la forma de crear puestos de trabajo cualificados. Todo cambia para que todo siga igual: ya no llevamos maleta de cartón, llevamos un doctorado, pero el poder lo siguen teniendo los mismos hijos de puta de siempre, los que hacen todo lo posible por mantener esa masa de tontos útiles que les aplauda todo. Esa masa que grita ¡Vivan las caenas!

sábado, 6 de julio de 2013

El pueblo de la princesa


  Hoy me ha pasado algo que es para reirse y para cortarse las venas a la vez. Todo empezó esta mañana cuando compartí por twitter el enlace a la última entrada de uno de mis blogs favoritos, Mi mesa cojea:




En el artículo habla, con su personal estilo, de la decadencia de la televisión y del circo repleto de payasos en el que se ha convertido, y como se puede ver, en el título aparece La Innombrable. Cuál no fue mi sorpresa cuando al rato recibo una mención en respuesta:






Me dije: “ya la he liado”. ¿Se habrá creído que he escrito yo el artículo? Luego me fijé bien en quién había respondido, y no podía salir de mi asombro. ¿Una cuenta-club de fans de La Innombrable? ¡Y con un blog y todo! El hecho de que existe gente que siga las andanzas televisivas de ese ser de ojos saltones es, desgraciadamente, conocido. Hostias, pero es que hay algunos que incluso dedican tiempo y esfuerzo a hablar sobre ella y defenderla en este mundillo virtual. Pero bueno, eso sólo me hizo perder algo más de fe en la humanidad. Lo que más me sorprendió fue que a esta gente les queden neuronas suficientes para usar un ordenador, y escribir algo medio inteligible y sin demasiadas faltas de ortografía. Se ve que el comentario le pareció de lo más ingenioso, porque se había dedicado a responder exactamente lo mismo a todos los que habíamos twiteado ese artículo esa mañana:






No había ingenio para tanto twit, pero al menos queda probado que su cerebro le da para dominar la técnica “copiar+pegar” en alguna de sus variantes y luego quitar caracteres aquí y allá para no exceder el límite de los 140; un caso digno de estudio. Después de esto, y en un arrebato pasajero de masoquismo, indagué un poco en los twits de esta individua y me encontré con esto:





La conversación contiene un twit incompleto que, creo, enlazaba con esto:



Lo que me molesta de todo esto es ese tono despectivo con el que dice “intelectualillos”, que suena casi a insulto. Hija, es que al lado de gente como tú es tan jodidamente fácil parecer un intelectual... ¿eso es lo que te jode? Siempre estás a tiempo de apagar la tele, volver a la escuela y aprender a leer y escribir correctamente. Lo demás ya viene solo.
Y luego manda a los “intelectualillos” a “arreglar el país ya que saben tanto”. Esto ya es para mear y no echar gota. Como si saber tanto fuera algo malo. Así a bote pronto se me ocurrió algo que no sería una mala forma de empezar a arreglar el país: desterrar a tu adorada “Be” y a todos sus colegas, junto con todos los “grandes hermanos” y los participantes del programa ese de Chulos, Fulanas y Viceversa; y por supuesto a toda su legión de seguidores con encefalograma plano, tu la primera, que desprecian a cualquiera cuyos intereses vayan más allá de pasarse el día estupidizándose frente a la tele o discutiendo sobre las banalidades que ven en ella. Si consideras que hay gente con un nivel intelectual (si es que tal cosa existe) superior al tuyo, lo menos que puedes hacer es respetarlos. Y si su existencia te hace sentir mal, solo tienes que intentar parecerte a ellos dentro de tus posibilidades. Pero claro, para eso hay que empezar por apagar la tele, y no se le pueden pedir peras al olmo...

Mención aparte merece el comentario de la tal Marillac. Es difícil de entender por la mala sintaxis, y tiene faltas de ortografía que hacen sangrar los ojos, pero viene a decir que el haber compartido ese artículo de Mi Mesa Cojea es signo de que no sé qué rumbo tomar en la vida (¿?), que estoy desperdiciando mi cerebro (habló de putas, la Tacones), y que no se distinguir la realidad debido a mi fustraccion. Chsst, eh: FUSTRACCION!!! Eso no tiene pinta de ser un error tipográfico eh? Hay que joderse...

En fin, mi cerebro no, pero algo de tiempo si que he desperdiciado escribiendo sobre toda esta mierda. Y oye, me he quedado a gustísimo...